jueves, 25 de septiembre de 2014

Batalla de la torre de Kurhan: Cronica.

Ambos contendientes se aprestan para la batalla. Los enanos situaron su maquinaria de guerra en la colina, permitiendo un tiro sobre cualquier objetivo enemigo. El resto de unidades en línea apoyando los flancos en los bosques y el pantano. Ambos ejércitos estaban avisados sobre la peligrosidad del pantano y las bestias que acechaban en él.


Jinetes orcos iniciaron un flanqueo internándose en el bosque. 


Bonita foto del caos y desorden de la batalla.
Los goblin cargaron y fueron capaces de aprovechar el ímpetu inicial y la ventaja numérica (el bonus +3 filas a la resolución del combate). Pero en cuanto que los enanos lograron empatar un combate los goblin no tuvieron nada que hacer.





Entre los combates hubo bastantes duelos personales.
El más dramático entre Burukor (orco nivel 15) y Kilim (enano de nivel 10.)
Kilim logró asestar dos mandobles casi mortales a Burukor, que quedó con sólo un punto de heridas. La debacle de los orcos y la repentina oscuridad que se abatió sobre el campo le salvaron, permitiendo que se escabullera entre las filas de los orcos en huida.

Los snotling guardando el campamento contemplaron el final de sus amos.


Los goblin son rechazados y los enanos se muestran prudentes al perseguir viendo el peligro de flanqueo por los guerreros del caos.


Los goblin fallarían el test de "rout". Natural con su Ld de sólo 5 (Aunque estaba aumentado a 6 con un conjuro de "Enthuse" lanzado por el shaman antes de la batalla.)

Huyeron en dirección al campamento.


Los dos trolls se pasaron la batalla haciendo gala de su afamada estupidez.

"Hola Olly... ¿Qué hacemos aquí?... No lo se Bolly..."

La fortuna no estuvo de su lado. En un momento de lucidez, cuando parecía que iban a entrar en combate, un pedrusco lanzado por la catapulta impactó en la cabeza de Bolly descalabrándole.

Desde el fuerte llegan refuerzos por el flanco. Los jinetes orcos que estaban en reserva sin atreverse a acercarse a los ballesteros enanos, finalmente emprendieron una retirada.


 Los enanos se descuidaron y se acercaron demasiado al pantano, de donde emergió un impresionante Jaberwock. Por fortuna para ellos, estas raras bestias no son muy constantes y sí bastante idiotas, por lo que tras amagar unas inefectivas dentelladas, la bestia dio la vuelta y regresó a su infecta charca.



Justo cuando los orcos encontraron la salida del bosque para atacar el flanco de los enanos, los elfos del bosque hicieron su inesperada aparición anulando esta amenaza.


Los bombarderos enanos contemplaron desde su improvisada atalaya cómo se desmoronaba el ejército de los orcos.


La batalla estaba decantada del lado de los enanos. Pero la torre estaba intacta.

Una súbita oscuridad y una malsana niebla proveniente del pantano se extendieron por el campo, haciendo imposible redondear la victoria de los enanos.
Estos tuvieron que retirarse victoriosos sin poder terminar de destruir la torre  y el campamento de los orcos.


Burukor y sus sueños de conquista parecen acabados. Al menos por un tiempo.
Todo su ejército ha huido y es difícil que pueda volver a imponer autoridad después de la derrota. Probablemente deba huir y convertirse en un renegado y bandolero asaltante de caminos.

Shaggid, el shaman goblin, sigue ocupando la torre y tratará de mantenerse en ella sin  hacer demasiado ruido ahora que no hay un ejército para defenderla.

Girim deberá reunir al consejo para decidir si merece la pena empeñarse en destruir la torre o tratar de retomar la actividad minera abandonada desde la primera invasión de los orcos.

En todo caso tanto enanos, como elfos y humanos habrán de pensar en la oscuridad que se ha abatido la noche inmediata a la batalla. En las tenebrosas nieblas emergentes del pantano. En los hedores que apestan las noches desde entonces. En los aullidos y gruñidos que vienen de lo más profundo del bosque.

En qué hacía un guerrero del caos en el ejército de los orcos y qué ha sido de él y sus secuaces seguidores del caos.

Tal vez la amenaza de los orcos no era sino la punta de lanza de otra amenaza más terrible y espantosa.




Hasta aquí la batalla.


Estaba planteada para que yo llevara a los orcos, a modo de Master. Pero finalmente repartimos bandos y yo quedé de árbitro moderando un poco las reglas. El escenario no estaba muy equilibrado y todo hacía prever que los enanos lograrían la victoria. Quizá se podía haber hecho más destruyendo la torre con la catapulta, siendo más conscientes de su importancia.

Quizá los orcos podían haber sacado más provecho de sus jinetes en jabalíes. Unas formidables unidades que no hicieron nada ni lograron flanquear. Unos perdidos en los bosques y otros temerosos de enfrentarse a las certeras ballestas de los enanos.

En algún momento los combates se atascaron algo al aplicar las reglas de combate que permiten ir rodeando a las unidades que son empujadas. Son reglas confusas pero muy coloristas.

Quizá lo peor fue tener que recoger un poco pronto sin terminar de  machacar a los orcos o poderla emprender con la torre. Nos faltó tiempo para los dos turnos últimos.

Pero era la hora de comer y en casa nos esperaban.

Como esta explicación tan poco épica no es muy convincente... recurriremos a las sobras y las tinieblas del pantano.



El próximo episodio.... El Caos que llegó de los bosques.


No hay comentarios:

Publicar un comentario