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viernes, 11 de noviembre de 2016

Dragon Masters



Este juego es un histórico "tapado" de la colección Oldhammer. Se editó en 1991, época en la que, a mi entender, GW inició su declive creativo aunque su explosión comercial.

Es un juego oscuro, ya que no recibió casi apoyo publicitario ni de reglas o expansiones en White Dwarf.

Su creador es Ian Livingston. (Me pongo en pie como muestra de respeto)

¿Quién es Ian Livingstone?

(Cito Wikipedia:)

"Livingstone fundó Games Workshop en 1975, conjuntamente con Steve Jackson, con la que comenzó a distribuir el juego de rol Dungeons & Dragons en ese mismo año. Bajo la dirección de ambos, Games Workshop creció hasta convertirse en una gran empresa productora y distribuidora. En junio de 1977, en parte para hacer la promoción de la apertura de la primera tienda de Games Workshop, Livingstone y Jackson publicaron el primer número de la revista White Dwarf. A partir de entonces fueron abriendo sucesivamente nuevas tiendas y, junto con Bryan Ansell, fundaron la compañía Citadel Miniatures para producir figuras en miniatura para sus juegos."

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White Dwarf 1st edition.png Resultado de imagen de opening first games workshop


El juego es muy sencillo y ligero. Ideal para una partida casera con un niño de 5 años dispuesto a tirar dados y oír historias de dragones y batallas aún sin enterarse de nada. Y como es muy fácil de reglas hasta puede que su madre se anime a jugar.

El juego utiliza pequeñas miniaturas de ciudades, ejércitos y dragones, todos componentes aprovechados del "Mighty Empires", otro juego de GW.

El turno se inicia tirando un dado para ver cuantos dragones nacen. Estos dragones se guardan en secreto y serán el único factor determinante de los combates. Luego recaudamos dinero por cada zona controlada, ciudades, etc. Gastamos dinero en construir nuevos poblados, barcos, etc. Cada jugador suele disponer de 1 castillo que es inexpugnable y una ciudad. Son las únicas fuentes de recluta de ejércitos. O sea que cada turno reclutamos 2 ejércitos, excepto que nuestra ciudad esté conquistada. Los poblados no añaden ejércitos, solo proporcionan dinero.

Las unidades se mueven a zonas adyacentes, pero si hay que explorarlas o hay que atacar deben ir acompañadas de nuestro príncipe. Por tanto sólo hay un movimiento expansivo.

El combate es muy simple. El que tenga más puntos de combate gana y elimina al contrario. Pero debe, a su vez perder los mismos puntos de combate aunque haya ganado. La incertidumbre es que los jugadores ponen en su puño los dragones de su"nido" que envían a la batalla, con lo que no se sabe cuantos factores de combate se están añadiendo hasta que ambos jugadores abren la mano.

El juego añade otro factor de suerte al explorar las zonas sin controlar y con las cartas de eventos. Podemos encontrar tesoros, ejércitos, enemigos, etc.

De entrada el juego es muy simple. Pero resulta muy rápido, ágil y divertido. Y la simplicidad favorece todo tipo de alianzas, tratados, traiciones, etc.

Gana el jugador que amasa más dinero.



En la primera partida el juego nos ha gustado. Muy divertido y ligero.
Las mecánicas son muy simples y directas. Un juego muy arcaico en este sentido. Ni motor de cartas ni nada de nada de sofisticación moderna.

Tiene un puntito de "Talismán" en los eventos y la exploración y es muy divertido ver como los jugadores gastan sus dragones y son atacados por sorpresa por el jugador que los ha reservado. Pese a ser tan simple no deja de tener sus estrategias y sutilidades.

Muy divertido. Y estoy deseando repetir. Eso lo dice todo.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Entre monstruos anda el juego.

Ni sé la de veces que habré jugado a Dungeon-Quest. Proviene de una época lejana perdida en las nieblas del tiempo. Una época en que las aventuras de los juegos de rol consistían en explorar cavernas y laberintos de mazmorras. Y de eso va este juego.

Un tercio de siglo después hay muchos juegos que han mejorado la experiencia. Pero pocos son tan rápidos, desenfadados, tontorrones aunque entrañables como este.

Y pocos son tan letales, aleatorios, injustos y caprichosos a la hora de matar a tu héroe por que sí.

El juego está reeditado y hay por la red muchas reseñas e información. Si traigo el juego a esta palestra es por que he tenido la oportunidad de volverlo a jugar con un goblin de nueva generación.

Rodrigo tiene tres años y ya le he intentado pervertir con algún juego. (Tratan sobre ratones, gallinitas y mandangas infantiles.)

En realidad, de la colección de juegos le llaman la atención poderosamente dos:

Steam: un gran juego de trenes, pero no apto para niños.

Dungeon-Quest: "EL JUEGO DEL DRAGÓN".  ¿Por qué no intentarlo?


¡TODO UN HALLAZGO!



Rodrigo que padece el síndrome del "Culo inquieto" ha estado atento al juego durante casi una hora. Y se ha partido de risa cada vez que tenía que levantar una cartita o sacar de la bolsa una piececita de dungeon.


No digamos nada cuando ha llegado a la habitación del dragón y había que ver si estaba dormido o no.

El teatrillo y los efectos especiales acargo de su padre también han hecho mucho.

Ya han caído 5 partidas y el "goblin" pide mas. Increible. Tal vez esto sea un principio.

El anelo de todo jugador viejuno es ver como sus juegos son revividos por las nuevas generaciones. Pero la experiencia demuestra que los tiempos van cambiando. O no. ¿Quien lo sabe?

Pero, silencio... No despertemos al dragón.