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lunes, 25 de octubre de 2021

GUERRERO DEL CAOS

Me queda un pequeño empujón al ejército romano. Pero antes una parada con una miniatura de fantasía. Este curioso guerrero del caos me ha llamado la atención.



 

martes, 9 de marzo de 2021

LA CARGA DE LOS MALDITOS

En la aldea de Alal están cansados de su mala suerte. Han sufrido incursiones de orcos, goblins, skaven, piratas, bandidos y demás chusma. Parece que la maldad se siente atraída por esta aldea como si un oscuro mal dormido yaciera en ella tratando de ser despertado.

Por tal motivo, los aldeanos han contratado la ayuda de un pequeño destacamento imperial al mando del capitán "Martín".

Lo que no saben es que su mala suerte es debida a que en la llanuradonde se alza la aldea ocurrió una batalla hace muchos años. Esta planicie fue testigo de la carga de la brigada del rey loco "Fernán". La carga de la brigada fue destrozada por los cañones de las baterías enanas en la colina. Nadie sobrevivió a la loca y gloriosa carga.

Ahora la llanura de nuevo a trae al mal. Y dos bandas de poderosos guerreros del caos se enfrentan por el control del mágico enclave bajo la promesa de poder que creen se esconde en el lugar.

 Un servidor de Slaanesh se enfrenta a un hechicero que busca el reconocimiento y favor de los dioses del caos.

Pero en la aldea, "Ambrosius", un estudiante de magia, ha encontrado un viejo grimorio que puede invocar a la brigada del rey "Fernán". Un conjuro poderoso y peligroso que podría ser la salvación de la aldea o... quizá su destrucción.

___O___

La vista de la planicie desde la vieja abadía en la colina, donde los cañones de los enanos barrieron la brigada del rey loco "Fernán".


Las dos bandas se acercan a la aldea:


EL capitán "Martín" coloca a sus soldados:


Un minotauro de "Slaanesh" embiste a los arqueros de la guardia de "Martín":


Todos los siervos de "Slaanesh" se lanzan al asalto del pueblo dirigidos por su hechicero campeón del caos:


MIentras, el otro campeón se muestra más cauto esperando que las defensas del pueblo debiliten a su oponente para después golpear. Sólo envía a sus monstruosos servidores en vangurdia: MInotauros y Trolls:



EN el pueblo, los soldados huyen despavoridos ante la fuerza del minotauro de "Slaanesh". Este, poseído por su furia de sangre, ni les persigue, mientras se da un festín con los cuerpos de los caídos. Brutalidad y ansia de sangre... 


Al otro lado de la aldea las cosas son similares. Monstruosas formaciones se abalanzan sobre las filas de los enclenques soldados...

Y de nuevo muerte y sangre...


"Ambrosius" se acerca sigilosamente a la bestia mientras devora los cadáveres absorta en su festín. Al fin sus horas de estudio dan fruto y lanza temibles bolas de fuego quemando la carne de la bestia:


Los minotauros al otro lado se han abierto paso y topan con sus verdaderos oponentes. Caballeros montados en palafrenes del caos...


Los caballeros pasan por encima de los minotauros destrozándolos... parecen imparables...pero...
Algo les asusta incomprensiblemente. Un rumor lejano entre el fragor de la batalla... la duda de la desesperación y de una muerte cercana y ominosa...

¡No resulta verosímil, pero los guereros del caos entran en pánico sin razón aparente y vuelven grupas para huir!



La razón es que "Martín" ha maniobrado por la aldea y ha atacado a los hombres-bestia haciéndoles retroceder. Y este empuje está provocando el pavor en las filas de "Slaanesh".

Lo imposible está sucediendo. Las filas de soldados y aldeanos hacen retroceder a uno de los ejércitos del caos...

Pero el otro permanece expectante y fresco, listo para el asalto...

Y al fin se decide el hechicero y ataca la aldea desprotegida listo para recoger los despojos:



"Martín" dirige la lucha contra los guerreros del caos. Busca desesperadamente al hechicero y le reta en combate singular. Pero el cobarde hechicero rehuye el combate y se refugia en las filas de sus guerreros que ven con desdén la falta de valor de su jefe. 
La lucha es feroz y sin esperar cuartel y al fin los soldados son rechazados y diezmados en la huída.

El valiente y arrojado capitán "Martín" consigue huir con los pocos supervivientes de su compañía. Los guerreros del caos detienen la persecución por que hay una amenaza más urgente y peligrosa...



"Ambrosius", desesperado, busca el viejo grimorio. 
No hay nada que perder.

¡INVOCARÁ A LA BRIGADA DE LOS CONDENADOS!


Y desde la colina se despierta un creciente rumor...


...que se transforma en un rugido de ira y venganza. Los guerreros del caos cierran filas preparados para racibir la furiosa carga de la brigada de los condenados. "Ambrosius" está petrificado por el horror que ha conjurado...


La marea de condenados arrolla a "Ambrosius" enviándolo a alguna sima misteriosa en el mundo de los muertos...

Las dos líneas chocan y los no-muertos son parados en seco... pero el extremo derecho de la línea del caos cede. Son los Thugs, los más débiles de los guereros del caos que huyen despavoridos ante el empuje infernal de la brigada...


Los guerreros del caos y su hechicero al frente son envueltos por la horda de jinetes no-muertos y deciden huir.


 La Aldea ha sido arrasada por el combate y el paso de los condenados de  la brigada maldita del rey loco.


Tal vez ahora los viejos caballeros del loco rey "Fernán" puedan descansar en paz y la aldea de "Alal" sea capaz de resurgir de las cenizas...

...o tal vez esta aldea seguirá condenada por la muerte, las matanzas y la sangre que ha regado su suelo...

¡Solo los caprichosos dioses del caos en sus mansiones los saben!

martes, 28 de enero de 2020

BATALLA EN EL BOSQUE

Algo oscuro y maligno se oculta en lo más oculto del bosque. En antiguas y olvidadas ruinas se oculta una maldad dormida que nadie puede atisbar. Nadie... excepto dos poderosos magos que sienten el poder oculto en lo más profundo de la foresta.

Un poderoso mago élfico presiente el peligro que se cierne y ha llamado a filas a los guardabosques y guerreros de las verdes forestas...


Y un maléfico demonologista que presiente la promesa de poder latente en la espesura...


Ambos hechiceros y sus bandas de guerreros se aprestan a buscar entre las ruinas el poderoso poder que aguarda su oportunidad de extender la maldad. Uno pretende destruirlo y el otro valerse de su poder para hacer el mal. 


Allá van las huestes de guerreros del cáos montados en palafrenes malditos...


Y deformes engendros medio hombres medio bestias...


Al frente de las fuerzas del cáos se han desplegado escaramuzas de asesinos para apantallar las flechas élficas que se apostan en los bosques...


El malvado demonologista, adorador de Slaanesh traza los símbolos secretos en el suelo y comienza sus salmodias y embrujos. Hace una llamada a lo más profundo de da las simas del cáos... Un gran demonio responde a su llamada y recuerda ominosos y pasados pactos en ignotas dimensiones del mal...


¡Allá van las criaturas de la oscuridad! Pero por un flanco del bosque surgen las acémilas de los elfos dirigidas por su campeón y capitán...


El brujo élfico lanza sus hechizos y sortilegios alucinógenos. Ante los asombrados ojos de los guerreros del cáos un espeso y fétido pantano se abre alrededor y pronto quedan perdidos en sus macilentas arenas movedizas. Perdidos en el pantano vahan errantes buscando una salida que no les engulla al interior de la tierra...


Los jinetes del cáos atacan a los elfos que cierran filas y logran contenerlos. Deben aguantar para que la caballería élfica les ataque por la espalda...


...pero el malvado hechicero y su demoníaco aliado se percatan del peligro y lanzan bolas de fuego que fulminan a los elfos reduciéndolos a cenizas en unos breves y terroríficos instantes...


El campeón elfico, que ve reducirse a cenizas a sus compañeros carga lleno de furia a la abominación del infierno caótico...

...intrépido y bizarro hasta el final. ¡Que llega pronto siendo despedazado por el imparable demonio!


En el otro extremo otra flange de lanceros elfos aguanta el empuje de los asesinos del cáos mientras los minotauros amenazan con desbancar su flanco...


Los arqueros, desde los bosques mantienen a raya a los hombres bestia que ven como surgen flechas de la espesura sin que puedan enfrentar a ningún enemigo. Los arqueros disparan , matan y se retiran para volver al ataque de nuevo...


El brujo élfico se percata del peligro de los astados y le consigue sumir en otra alucinación pantanosa...


El demonio se une a los jinetes del cáos y logra poner en fuga a los elfos. A su lado cualquier mortal es inofensivo e insignificante... ¿Cuanto tiempo permanecerá esta abominación del averno en este plano mortal? ¿Qué hermético y malsano pacto habrá ofrecido el demonologista de slaanesh?

El secreto se lo llevará a la tumba por que asomando entre las filas de sus secuaces, el demonólogo es descubierto por el hechicero élfico. Y una andanada de bolas de fuego lo fulmina sin que le de tiempo a responder con un contra-hechizo o a esquivar el fuego.

El malvado hechicero muere y su alma es reclamada por el caos en cumplimiento de terribles obligaciones impías...


Los exploradores del cáos rebuscan en las ruinas tratando de dar con el foco de poder que su amo ha presentido. Pero sin éxito...


Los hombres bestia abandonan la estéril persecución de los arqueros y penetran en lo que parece un templo abandonado y decrépito...

De profundas y sucias criptas y túmulos surgen los muertos revividos... Y un brujo los dirige envuelto en una luz perversa e irreal ...

Los hombres bestia, dirigidos por un avezado guerrero del cáos atacan sin pensarlo...


Por todo el bosque resuena el chocar de espadas y rechinar de lanzas contra armadura... Se oyen ecos y voces de desesperación por los pantanos


Los esqueletos son superados y ceden terreno. Y cuando flaquea la fuerza la magia tiembla. La fuerza misteriosa e inestable  que mantiene con vida a los muertos se disipa y huesos y carne putrefacta se desploman repentinamente.

El nigromante se aparta y deja caer un pequeño fardo que mantiene oculto en su regazo...


El guerrero del cáos se adelanta con decisión y alza el bulto. Entre roñosos lienzos desenvuelve un pequeño y hermoso querubín sonrosado. El pequeño busca la mirada del guerrero con una maligna sonrisa. Y los ojos de dos seres malignos conectan conscientes ambos del poder que se está desatando...

El maligno hechicero de slaanesh ha perecido. Pero no era sino un peón más en la intrincada partida que juegan los poderes del cáos en infinitos planos.

¡Y la nueva jugada ya está hecha!

viernes, 15 de noviembre de 2019

GUERRERO DE KHORNE

Otro tremendo guerrero del cáos con máscara perruna. Colores habituales de khorne y un poquito de oro. Espada flamígera de rigor.



lunes, 21 de octubre de 2019

BLOODLETTERS

Siguiendo con las fuerzas del caos del dios Khorne; han caido, no sin gran esfuerzo, los demonios menores. Bloodletters armados con sus temibles hojas infernales y siempre sedientos de sangre.

Estas miniaturas son un poco feas (hasta para ser demonios). Pero son un diseño original e inconfundible y les sucede lo que a todas las miniaturas de citadel antiguas. Que tienen un carisma inigualable.

Y foto de familia. A ver... todos juntos... decid patat.. eeerr... ¡sangre y destrucción!...


lunes, 19 de agosto de 2019

CAMPEÓN DE KHORNE

Un nuevo campeón de khorne para variar. Pintado en los típicos tonos rojizos este hombre bestia - campeón de Khorne. Parece una especie de mutación con cara de lince, tigre dientes de sable o gato.

El escudo lo he realizado con un trozo de cartón cortado con la forma puntiaguda y con algo de masilla en el borde. 





viernes, 16 de agosto de 2019

LA BATALLA DEL CLARO DEL ABEDUL (HISTORIA)


(El domingo pasado libramos una gran batalla de warhammer 3ª ed. en el club dragón un buen número de amigotes "oldhammerers". La batalla, basada en un relato de Oscar, fue convertida en escenario y con narración adicional por Fer y por Ángel. Todo ese material lo transcribo aquí antes de contar la batalla.)

TODA HISTORIA TIENE UN COMIENZO

1.- ALFRID.

Hace algunos años, en algún lugar del Imperio, vivía un joven quesero, su nombre, Alfrid. Alfrid, estaba llegando ya a la treintena de edad, no era alto ni bajo, ni fuerte ni flojo, ni gordo ni flaco, ni feo ni guapo, era una persona de lo más normal, como tú, como yo. No tenía familia, sus padres, artesanos queseros de 3a generación habían muerto años atrás, dejándole de herencia, una humilde, pero preciosa casita. Unas tierras, de poca extensión, pero fértiles y verdes, por las que discurría un pequeño riachuelo, que desde que tenía uso de razón, incluso en los años en las que las lluvias fueron escasas o inexistentes, nunca dejó de correr por sus tierras. Tres vacas y un toro viejo y malhumorado, y su pasión por elaborar queso, conocido este manjar, en todas las tabernas y castillos de la zona.
Antes de morir el toro viejo y malhumorado, dejó preñada a una de las vacas, con tan mala suerte qué al dar a luz al pequeño ternero, la vaca murió. Dejando a un pequeño y frágil ternero, sin madre y prácticamente al borde de la muerte.
Alfrid, que pese a ser una persona, como ya dije antes, de lo más normal, como tú, como yo. Si era excepcional en una cosa, era una buena persona, algo raro, si, raro en los tiempos que corren, en los que nadie mira por nadie. Así que en el momento en que ambos seres se miraron a los ojos, uno vio a un ser desvalido al que quería ayudar a vivir, y el otro reconoció al ser que le iba a cuidar e iba a estar con el de por vida. Metió al pequeño en su casa, le limpio, le hizo una cama de paja, cerca del fuego, donde el calor del hogar intentará suplir el calor de su madre muerta, le alimento con leche de sus otras vacas...el tiempo pasó....y paso....y el ternero al que la muerte aguardaba, se convirtió en un toro, pero no en un toro cualquiera, no. Era alto, sus ojos quedaban por encima de los ojos de Alfrid, ancho como una carreta, negro como el tizón y fuerte como un ariete, y con ese nombre se quedo, Ariete. Pero, al haberse criado en casa, como un perrillo, Ariete era manso, como un cordero, pensando y sintiéndose humano, como el hijo de Alfrid.
Quiso la desgracia, la mala fortuna, el destino o puede que el mismísimo Caos, que un noble de cercanas tierras, supiera del volumen y fuerza de Ariete e intrigado se acercara a las tierras de nuestro quesero a adquirir tan fiera bestia. Al preguntarle a Alfrid por cuanto vendería "esa bestia". Este le respondió que no estaba en venta el animal, ya que este era su amigo, su familia. Y en cólera entro, cuando le contó el fin que quería para el, enfrentarlo a un oso, en las fiestas de las nupcias próximas de su hija.




Amigos, seas de la tierra que seas y del tiempo que leas estas líneas, sabrás, que, a un noble, no se le dice
que no, a un noble no se le niega nada, a un noble, no se le ordena que salga de tus tierras. Y esto fue lo que
el encolerizado Alfrid hizo.
La guardia del noble, tras la orden de su señor, comenzó a dar una paliza brutal a nuestro quesero, y
Ariete, viendo como su amigo, su salvador, su familia, gritaba y sufría, hizo lo que, alguien como tú, como
yo, haríamos en esa situación, ir al rescate. Se lanzó como el artefacto de asedio del que toma su nombre,
destrozó la verja, y a cuantos guardias había tras ella.
Como un poseso, dio cornadas, ensartó cuerpos y extremidades, coceó, y con ello reventó cabezas y
destrozo huesos. Pero el fin llegó, llevándose consigo varios guardias y destripando el caballo del noble,
antes de caer ensartado, por no menos de 10 lanzas, y cayendo a morir en el regazo de su amigo.
El noble partió, dejando a Alfrid y a Ariete, juntos, abrazando uno la cabeza del otro, y dándoles por
muertos. No sin antes prender fuego a casa y granero y matando el resto de sus vacas.
Horas después, sin fuerzas, malherido, en trance por lo sucedido, con un negro mechón de pelo de su
amigo aferrado en su mano, Alfrid se encontró vagando si rumbo por los campos, solo, desesperado,
enfurecido, triste, colérico. Para resguardarse del frío que reinaba, vio cercano, un túmulo con una
pequeña abertura en una colina, en la que podría
guarecerse.

Entró por una estrecha entrada, que se ensanchaba hasta dar a una galería excavada en la piedra. Congelado y empapado de agua, sangre de su amigo y la suya propia, busco un lugar donde no entrara el frío del exterior, y encontró una pequeña antecámara, en la que una piedra encastrada en la pared,roja como la sangre, y brillante como el sol en primavera, irradiaba luz y calor, y parecía palpitar como el corazón de un gigante. Destrozado como estaba, tanto en cuerpo como en alma, abrazo sin pensarlo ese calor que la piedra le ofrecía, y durmió. Fue un sueño en el que aparecía Ariete, sus padres, sus tierras, su casa, y rápidamente todo se volvía rojo, pegajoso y palpitaba. A la vez que le invadía un ansía de venganza, de matar....
Cuando despertó, no sabía cuánto había dormido, donde estaba, no sabía quién era, solo deseaba matar...lo único que recordaba eran los colores de la heráldica del noble, algo que lo enfurecía, y no sabía porque, tenía que matar todo lo que llevará esos colores...

¿Os acordáis de nuestro protagonista al inicio del relato, como era y como no era? Pues bien, ahora sí es alto, ahora sí es fuerte, ahora no, no es buena persona, y tampoco es ya, una persona. La piedra del caos del túmulo, había hecho su magia oscura, había mutado su cuerpo, mezclando todo, sus sueños, los sentimientos de pérdida, el mechón de pelo de la bestia, la sangre de ambos....la sangre....sangre...sangre..."....sangre para el dios de la sangre..." era algo que sus nuevos y agudizados oídos
parecían oír cómo un salmodia en la lejanía, y se repetía, se repetía...

Ahora Alfrid ya no existe, tampoco existe Ariete, ahora ambos están juntos, en un cuerpo, en un alma...y ya, ni el primero es bondadoso, ni el segundo manso......



LA BATALLA DEL CLARO DEL ABEDUL
2.- ELESSARY Y SRTUMPER , ELFO Y ZOAT

Días atrás exploradores elfos dieron la alarma. Una enorme hueste de hombres bestia, se dirigía en dirección a su bosque, a su hogar, destrozando toda la vida a su paso.
Desde el primer momento, los habitantes del bosque, les habían hostigado, intentado diezmar sus flancos, habían destruido sus carros de provisiones, pero daba igual, eran tantos, parecía que por cada uno que moría, otro ocupaba su lugar, y la falta de provisiones no les hacían mella, devoraban a los más débiles, a los caídos y a cualquier ser que hubiera en el bosque.

Solo quedaba entonces, esperar. Y librar la batalla donde a los elfos les fuera conveniente. Allí, en el Claro del Abedul, donde el poder mágico del bosque se concentraba con más fuerza.
Tres días llevaba el mago sentado en el tocón del viejo abedul muerto. Él también era viejo, aunque a primera vista conservaba el aire jovial y atemporal de su raza, ya empezaba a notar cambios. Su pelo, antes rubio, estaba pasando a un blanco puro, unas oscuras y marcadas ojeras, contrastaban con el claro color de su piel. Y sus profundos ojos, daban cuenta ya, de los muchos siglos vividos. Pero seguía siendo un jovenzuelo al lado de su compañero de espera. Un ser, que posiblemente, vió nacer al mundo, y seguramente, verá su final. Poco se sabe de este ser, de esta raza, un zoat. Un ser de apariencia bestial, cuadrúpedo, con un torso gigantesco, aspecto reptiliano, no hay manera de
hacer una descripción exacta, se parece a muchas cosas, y no se parece a nada en concreto.
Por apariencia física, se advierte un gran guerrero, grande, con unos titánicos músculos, parte de su cuerpo cubierta, a modo de armadura natural, de escamas draconianas, y el resto de una piel, que parece tan dura, como un cuero curtido.
Pero algo en este ser, indica mucho más que músculos sin cerebro, la magia corre por sus venas junto a la sangre. La naturaleza misma, parece rendirle pleitesía a su paso, como si reconocerán a su hacedor, o a un enviado de estos.
Elfo y Zoat, se conocían desde que el primero tenía recuerdos. Nunca habían hablado, no sabía si podía hablar, o si entendería su lengua, alguna lengua. Pero no hacía falta, se entendían sin palabras y siempre que había problemas, siempre que el bosque le necesitaba, él aparecía, allí, en el claro.
Llevaban días de espera, en este tiempo, segundos para ellos, contemplaron como un brote de abedul salía de la tierra buscando luz, vieron salir mariposas de sus capullos, las vieron morir tras completar su ciclo vital, y después observaron como otros insectos comían sus cuerpos muertos.
Dos seres, si no inmortales, si muy longevos, viendo fluir el ciclo de la vida, nacimiento y muerte.

En el bosque nunca hay silencio para quien sabe escuchar, pero de pronto, en un segundo, un silencio absoluto se impuso, nada se movía, nada respiraba...
El redoblar de un tambor rompió la armonía del bosque, gritos guturales llenaron el silencio, sonidos de árboles cayendo, animales asesinados, bandadas de pájaros huían despavoridas, un ciervo con los ojos fuera de sus órbitas por el terror, paso saltando entre los dos compañeros silenciosos. El mal había llegado. La hora se acercaba.
El elfo se puso en pie, cogió su cayado, y llevándose una mano a sus labios, hizo un sonido propio de un pájaro, la llamada a las armas, para alertar y alentar a sus congéneres, que estaban escondidos por todas partes, preparados...los sentía.
Él zoat se levantó, dio unos pisotones con sus cuatro grandes patas para desentumecerse, cogió su Maza báculo, de la altura del elfo, adornada con runas olvidadas en el tiempo. La brillante bola que llevaba en la otra mano, empezó a brillar, y pareció que el bosque reconocía a su protector ancestral y se preparaba también para la batalla. El bosque vibraba, se preparaba para la lucha.
Y de una boca que no estaba hecha para hablar, surgió un gruñido en lengua Silvana, que el mago elfo interpretó como: "Es la hora, amigo".






3.- ARIETE

Subido en una gran piedra, situada en un lado del estrecho camino que discurría por el bosque, terminando de roer carne semi putrefacta que quedaba en el hueso, de no se sabe que ser.

Viendo pasar la larga fila de hombres bestia, de todos los tamaños y formas, pensó, "Lo he logrado" .Por fin tenía una hueste para saquear y matar en condiciones. Eso pensaba el caudillo de los hombres bestia, el gran minotauro llamado Ariete.
Había partido solo hacía el norte, desde el lugar donde sucedió su transformación, empezó a atacar granjas solitarias que encontraba a su paso, sembrando terror y destrucción.
Se encontró con una pequeña partida de guerra de hombres bestia, y para liderarlos, retó al caudillo, al que mató de un garrotazo rápidamente. Sus primeros seguidores. Siguió andando en dirección norte, donde el poder del caos parecía llamarle, atraerle, tirar de él. Continuó matando líderes de las bandas que encontraba, y sumando sus guerreros a su hueste.


Cuando tuvo guerreros suficientes, pensó que ya era el momento de empezar a atacar algo más que granjas humanas, y empezaron por pequeños pueblos. Dejaban todo devastado, mataban todo lo vivo, quemaban todo lo construido. Sembraban el caos, su naturaleza.
En su camino, encontraron el inicio de un bosque, un gran bosque que se extendía hasta donde los ojos podían ver, no se veían límites. Dos grandes monolitos íntegramente grabados con runas, parecían enmarcar la puerta
a la espesura.
Unos cuantos pequeños ungors, mitad hombre, mitad cabra, empezaron a remolonear, tenían miedo no quieran entrar y empezaron a balbucear:"..flacuchos, flechas, árboles se mueven.." Y comenzaron a correr en dirección opuesta, Ariete acabo con dos de ellos de un golpe de su garrote, y el resto fueron muertos por su guardia personal, unos monstruosos minotauros. Tras acabar con la pequeña rebelión, y comerse o despedazar para más tarde a sus compañeros caídos, la hueste se aproximó a los monolitos.
Ariete que era valiente, o insensato, o quizá su naturaleza brutal le hacía carecer de miedo, pero no de instinto de conservación, empujó con su garrote a dos hombres bestia. En el momento en el que sus pezuñas sobrepasaron los límites del bosque, las dos bestias fueron asaeteadas, los dos, de la misma forma, una flecha en cada ojo y una en el corazón.
Los elfos tenían unos sentidos muy agudos, pero ellos eran bestias, los tenían, si no mejores, si al menos igualados. Y Ariete percibió pocos contrincantes, ellos eran muchos, podía asumir las pérdidas. Así que empujando a los más débiles para que fueran de vanguardia y recibieran las acertadas flechas, entraron en el bosque.

Unas pocas jornadas pasaron, sin que pudieran llegar a ver a sus atacantes, que siempre atacaban escondidos en los arbustos, en los árboles.
Con cada ataque, varios guerreros de la hueste caían, pero eran muchos, suficientes para pararlos o amedrentarlos, había contado con ello, algo tenían que comer por las noches, y la carne es carne, venga del ser que venga....y algún flacucho saltarín también era derribado, así había variedad en el menú...
Al fin llegaron a un claro, donde un elfo y un, ¿que era eso?...grande como un minotauro...parecía que por fin iba a medir sus fuerzas con alguien de su talla...por fin un reto en condiciones...

Con un grito de su caudillo, las bestias corrieron alzando sus armas, sus garras, tentáculos, colmillos.
Con una llamada del mago, las flechas silbaron y encontraron sus blancos, la maleza se movía, los árboles movían sus ramas, era por los elfos escondidos, o, el bosque también quería sangre.
El claro del abedul, iba a ser el escenario de una titánica batalla, en el que se decidiría la suerte de los habitantes del bosque, y de los humanos que vivían allende sus fronteras...



4.- LA BATALLA

Las noches de Ariete son confusas. Apenas descansa, sus sueños se pueblan de espesas brumas carmesís.
Entre ellas aparece una cara sin rostro, toda vestida en profundo púrpura. La bestial mente de Ariete nada comprende. Sus sueños son profundos, pero no le permiten descansar. La cara púrpura sin rostro le habla sin palabras, ya que no hay boca que articule sonidos.
Pero el mensaje es claro. Le indica una dirección, un propósito. En la mente de Ariete aparecen unas
extrañas y antiguas ruinas, ya ancianas en los albores de la era del hombre, en el medio de un claro en lo profundo de un espeso bosque. La voz le ordena destrucción, fuego y masacre. Ariete comprende esos sencillos mensajes, y le gustará cumplirlos. Pero en algún pequeño rincón de su mente, lo que queda de su consciencia humana se estremece.
Una puerta cubierta de runas es la entrada al claro. En el viejo y aparente muerto tocón de abedul Elessary el mago elfo junto a su viejo y extraño amigo Srtumper el Zoat aguardan. Beth es el nombre del tocón, abedul para los humanos, La Tierra para los seres mágicos del bosque. En el antiguo y mágico claro perviven las ancianas ruinas de Abedular. La antigua ciudad sagrada de los elfos de Fuentebrumas.
Elassary recuerda la ciudad en su esplendor, las avenidas de abedules, Esos sagrados árboles en los que él y sus congéneres, aprendices de magos, subían a lo alto todos los solsticios de verano, para alcanzar los rayos de luna y conseguir iluminación y conocimiento. Y finalmente lanzarse en picado hacía el sagrado estanque al que los mágicos abedules rodeaban para capturar los reflejos de las luminosas estrellas.
A pesar del tiempo, de la destrucción sufrida. Algo de esa antigua magia perdura. Y debe ser conservada. Es prioritario defender el sagrado claro, ya que de los tiempos del Lobo han de volver. Su enemigo lo sabe, y por eso mueve los hilos de sus involuntarias marionetas para conseguir sus propósitos.
Los sueños de Idril están poblados de pesadillas. Zarpas, pezuñas, cuernos y colmillos aparecen entre una bruma carmesí. Arrasan todo a su paso. Un fuego púrpura enciende el valle, el negro humo se eleva hasta un cielo en el que las estrellas son negras. Ya se lo dijo el viejo hombre árbol. Y se lo ha transmitido a su querido hermano Elessary. Idril ya se puso al frente de una pequeña hueste de elfos para proteger al valle, se perdieron vidas de queridos hermanos pero se frenó el asalto del Caos. Pero ahora oscuros presentimientos pueblan sus sueños, una numerosa hueste de hombres bestia se dirige hacía el valle liderada por un poderoso minotauro. Pero a pesar de todo en sus sueños hay esperanza, una sombra alargada avanza hacía el valle. Se detiene en mitad de su carrera y lanza un poderoso y largo aullido…