Un par de guerreros del caos atípicos:
Un hechicero del caos de Tzeench:
Dos espectros:
Y unos bárbaros, especie de berserkers, de viejos "old Glory" que ni idea de dónde han salido.
Sabed, oh príncipe, que en los años que siguieron al hundimiento de Atlantis y de las radiantes ciudades en las profundas aguas del océano, hasta el apogeo de los Hijos de Aryas, hubo una era inconcebible en la que los rutilantes y poderosos reinos se extendían por el mundo como mantos azules bajo las estrellas.
Un par de guerreros del caos atípicos:
Un hechicero del caos de Tzeench:
Dos espectros:
Y unos bárbaros, especie de berserkers, de viejos "old Glory" que ni idea de dónde han salido.
Los guerreros de Tzeench en su esplendor magnífico de colores azules y púrpura:
Caballeros de Tzeench listos para el ataque:
Los estandartes se despliegan listos para la batalla:
hordas de incineradores de tzeench empiezan a henchirse con sus vapores flamígeros:
La batalla empieza y los discos vladores se lanzan contra los trolls. Una horda de demonios portadores de plaga ha sido convocada por el hechicero de nurgle y llegan para apoyar:
Por delante de la horda de nurgle avanzan legiones de muertos vivientes, esqueletos y zombies, para servir de pantalla a los incineradores y los hechiceros de tzeench:
El fragor, los rayos chisporroteantes de magia, las nubes de moscas y las plagas pestilentes envuelven el choque de espadas forjadas con místicos metales:
Los caballeros del caos han chocado y los de nurgle retrocede ante el empuje de los caballeros de tzeench. Pronto las tornas cambiarán.
Los muertos vivientes caen pero han permitido a los caballeros de nurgle llegar al combate intactos. Ya toda la línea está en combate. Las nubes de moscas y las plagas empujan a Nurgle que avanza con ímpetu imparable.
El hechicero de Nurgle contempla como su ejército avanza y logra imponerse:
Es indudable que hay otros reglamentos más ágiles y divertidos. Pero difícilmente ofrecen ejércitos tan variopintos y detallados. Y seguiremos jugando a warhammer por muchos años por eso. Por lo que nos ofrece y por el cariño que le tenemos. Pero sin abusar. Nuestra salud mental lo precisa.