jueves, 18 de diciembre de 2014

Moros y Cristianos

Nuevo cara a cara entre dos contendientes habituales. La Taifa "X" midiéndose al reino "Y". (Que poca ambientación. Lo que quiero decir es que se trata de otro entrenamiento con las reglas.)

En este caso los moros tratan de recuperar el botín capturado en una razia por los cristianos.

Los moros se las prometen muy felices una vez que han reflexionado sobre sus fortalezas y debilidades y están dispuestos esta vez a vencer.

Con tal ánimo despliegan como es habitual con los jinetes en escaramuza en los flancos dispuestos a machacar con jabalinas al cristiano y rodearle arteramente. Y si los caballeros cargan contra la infantería, se encontrarán con unas inmensas formaciones de lanzas que les reciben con jabalinas y arcos de entrada. Parece un buen plan...


Los jinetes moros se preparan para zaherir con jabalinas a los cristianos. Prestos a huir si estos arremeten.

Los cristianos arremetieron. Y la tirada de los moros, pese a la ventaja y de huir sin disparar, no les permitió salir del alcance de las lanzas cristianas. ¡Eliminados!

La otra unidad fallaría la tirada de pánico para redondear el horror.


Lo mismo en el otro flanco. Los jinetes bordean el bosque buscando el flanco enemigo.

Bueno, pues los cristianos cargaron. Y los moros, obligados a huir directamente en sentido contrario a los caballeros en carga, se salieron de la mesa.

Lamentable y vergonzosa huida propiciada por el efecto "fin del Mundo".

(No estoy seguro de si fueron así las cosas. Puede que ante mi frustración, permitiéramos huir evitando el borde del tablero, pero aún así una horrible tirada no bastó para quedar fuera del alcance de los cristianos que atraparon a la caballería en huida y la aniquilaron. Igual de frustrante pero por culpa de la mala suerte.)


Con ambos flancos del moro machacados, lo peor estaba por llegar. Los caballeros cristianos cargan contra la infantería. Los disparos de jabalinas hacen algo de daño. Pero no pueden parar la carga.

El general reparte bien. Los caballeros terminan de machacar. Los caballos pulverizan al pobre infeliz que quede en pié. Los pocos infelices que hayan sobrevivido no pueden hacer mucho daño.

La carga fue tan bestial que ni la superioridad numérica después de la matanza les permitiría ceder terreno en buen orden. Huida automática.


Poco quedaba por hacer al ejército musulmán. El ejército estaba roto y quedaba jugar un poco más por puro deporte.


La reserva de infantería es de nuevo cargada por los caballeros que retienen su carga feroz ya que hicieron huir a la primera a la anterior formación.

La historia se volvió a repetir dejando claro la capacidad de choque imparable de los Caballeros cristianos.

(Grave error del príncipe moro al rechazar la oferta de servicios de la hueste mercenaria de aquel navarro brutote que se presentó por palacio el último invierno...)


Las derrotas de los árabes empiezan a ser una costumbre.



Como la derrota fue tan rápida nos dió tiempo a cambiar de bando y probar de nuevo. Esta vez sin los feroces hidalgos. Y la cosa cambia.

Desde luego la capacidad de choque de los hidalgos con su feroz carga y sus caballos de guerra es algo que está fuera de toda réplica en el ejército moro, salvo que recurran al mismo arma. (Algo habitual en los reinos de taifas.)

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