miércoles, 3 de agosto de 2016

Entre monstruos anda el juego.

Ni sé la de veces que habré jugado a Dungeon-Quest. Proviene de una época lejana perdida en las nieblas del tiempo. Una época en que las aventuras de los juegos de rol consistían en explorar cavernas y laberintos de mazmorras. Y de eso va este juego.

Un tercio de siglo después hay muchos juegos que han mejorado la experiencia. Pero pocos son tan rápidos, desenfadados, tontorrones aunque entrañables como este.

Y pocos son tan letales, aleatorios, injustos y caprichosos a la hora de matar a tu héroe por que sí.

El juego está reeditado y hay por la red muchas reseñas e información. Si traigo el juego a esta palestra es por que he tenido la oportunidad de volverlo a jugar con un goblin de nueva generación.

Rodrigo tiene tres años y ya le he intentado pervertir con algún juego. (Tratan sobre ratones, gallinitas y mandangas infantiles.)

En realidad, de la colección de juegos le llaman la atención poderosamente dos:

Steam: un gran juego de trenes, pero no apto para niños.

Dungeon-Quest: "EL JUEGO DEL DRAGÓN".  ¿Por qué no intentarlo?


¡TODO UN HALLAZGO!



Rodrigo que padece el síndrome del "Culo inquieto" ha estado atento al juego durante casi una hora. Y se ha partido de risa cada vez que tenía que levantar una cartita o sacar de la bolsa una piececita de dungeon.


No digamos nada cuando ha llegado a la habitación del dragón y había que ver si estaba dormido o no.

El teatrillo y los efectos especiales acargo de su padre también han hecho mucho.

Ya han caído 5 partidas y el "goblin" pide mas. Increible. Tal vez esto sea un principio.

El anelo de todo jugador viejuno es ver como sus juegos son revividos por las nuevas generaciones. Pero la experiencia demuestra que los tiempos van cambiando. O no. ¿Quien lo sabe?

Pero, silencio... No despertemos al dragón.


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