Pocas miniaturas hay tan icónicas de la fantasía como los trolls. Son grandes, son feos y estúpidos y suelen tener un aire humorístico irresistible.
Con este aire tan poco serio y terrible, son ideales para pintarlos en tonos fantásticos y brillantes.
En la mesa de "Warhammer Fantasy Battles" son un recital de idiotez y carcajadas merced a sus reglas de estupidez, que los hace deambular por el campo sin sentido. Pero si llegan a topar con el enemigo son un oponente temible y feroz.
Unos esenciales de cualquier ejército caótico y un gusto para el pincel.
Como siempre, un trabajo fantástico.
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