lunes, 23 de septiembre de 2019

SANGRE Y FUEGO EN EL DUERO

Son tiempos duros en el norte de España. El reino astur-leonés proclama su independencia y legitimidad como herederos del reino visigodo y empuja hacia el sur expandiéndose por fuerza de esforzados colonos que se atreven a aventurarse más allá de la seguridad de las montañas.

Poco a poco se desparraman colonos por el valle del Duero. Una tierra desierta e inhóspita. Los reyes ofrecen la posibilidad de hacerse con la propiedad de toda la tierra que se pueda ocupar. Es la gran ocasión para gente aventurera e intrépida. La posibilidad de prosperar y ser dueño de la tierra en libertad. Todo hombre libre que pueda defender su tierra gozará de privilegios y fueros garantizados por el rey. Hombres portando una hazada para arar y una lanza para defender su libertad y su propiedad.

Aquí en la frontera hombres valientes pueden forjar su destino y defender sus recién ocupadas tierras.

Los moros no cesan en el acoso cada año. No pueden permitir esta expansión cristiana y deben escarmentar a estos aventureros.

Como cada verano, una expedición desde Córdoba, llega a estos contornos. En una pequeña aldea se han juntado un grupo de valientes hombres libres y sus familias para formar un próspero hogar. La alarma llama a tomar las lanzas y prepararse para la defensa.

Rápidamente un jineta corre a llamar a la guarnición más cercana para que el conde acuda con soldados a ayudar.

Los moros surgen por el horizonte...


Todos se aprestan a la defensa con lo que pueden. Los jinetes y guerreros forman filas en la puerta de la aldea muientras que todos los hombres toman lo que pueden para defenderse. Mujeres y niños se reúnen en la parte rasera de la aldea.


Los asaltantes, bereberes en su mayoría, esperan lograr un buen botín al márgen de su soldada por esta expedición de castigo.


Los jinetes cristianos atacan el centro de la formación mora intentando desbaratar a los peones cordobeses...


Pero estos soldados bereberes son duros y forman una formidable pared de escudos y lanzas. Los guerreros que defienden la aldea atacan y disparan sus lanzas arrojadizas, pero cuando vuelven grupas son masacrados por la tropa mora.


Parece que nada puede parar ahora a los moros asaltantes. Muertos los jinetes defensores sólo quedan campesinos, mujeres y niños en la aldea. Si no llega ayuda rápido será una masacre.


Los moros penetran en la aldea y empiezan a saquear e intentar quemar las casa. Los jinetes bereberes quedan en el exterior patrullando por si llegan tropas cristianas...


Por el horizonte se asoman las tropas del Conde que llegan para intentar rerchazar a los moros.


En el pueblo ya hay casas ardiendo. Los caballeros cristianos irrumpen por la parte de atrás de la aldea y los moros forman filas.


  El centro de la aldea es un torbellino de acero y fuego. 


Fuera de la aldea chocan jinetes moros y cristianos, mientras los campesinos siguen desafiando a los escaramuceadores bereberes.


Incluso el general moro se enfrenta en persona con el conde. El jefe moro recibe una herida, pero los caballeros cristianos no pueden romper a la infantería mora.

Con fuego por todas partes y rodeados, los caballeros vuelven grupas y son masacrados.


Hoy la historia sigue escribiéndose con fuego y sangre. Gentes valientes que pusieron sus esperanzas en este valle y defendieron su libertad.

Pero la promesa de libertad y un futuro mejor seguirá atrayendo a colonos desde el norte que poco a poco serán protagonistas de esta fase de la reconquista protagonizada por el pueblo llano. No por reyes o nobles, sino por colonos buscando una tierra y un futuro en libertad.

jueves, 19 de septiembre de 2019

BATALLA EN EL BOSQUE DE FARATHOS


El Bosque de Farathos siempre fue conocido por su magnífica flora, su variada fauna, y por los Elfos Guardianes que lo protegían. Las historias cuentan que estas verdes tierras tenían criaturas místicas que se creían extinguidas, pegasos, unicornios y árboles con más vida que en ningún otro sitio del Viejo Mundo. Debía ser un auténtico paraíso terrenal para la vista.

Pero muchos siglos han pasado de aquello, el ser humano arrasó con el Bosque de Farathos, su falta de empatía por la naturaleza, y su avaricia y codicia por apropiarse de hasta la última criatura viviente del bosque, hizo que destruyese todo a su paso. Incluso el Clan Élfico diezmó con el paso de los siglos, sacrificando sus vidas por proteger las escasas tierras verdes que apenas quedaban.

El humano ansiaba dar con el corazón de Farathos, un lugar perdido en lo más profundo del bosque, un sitio donde al caer la noche, la luz sigue emanando fuerte y cegadora. Algunos piensan que era una fuente, otros decían que era un sonido hipnotizador, como el latir del bosque, pero nada queda ya con vida en el Bosque, solo restos de ruinas milenarias, quizá vestigio de una civilización más antigua que el Viejo Mundo.

El ser humano dejó paso al silencio, al vacío y al abandono. Nadie transitaba por el Bosque salvo los pocos Elfos que quedaban ya. No existía vida, ni animales.

El bosque pasó a ser un páramo marchito, hasta que los ataques inesperados de criaturas empezaron. Ratas gigantes del tamaño de humanos o elfos, rufianes y ladrones, orcos, y muertos vivientes campaban a sus anchas, la belleza del bosque desapareció, ahora se había convertido en un sitio lúgubre y tenebroso, del que cualquier ser consciente evitaría pasar por él.

Pero hoy os hablaré del resurgir del Bosque de Farathos, y de cómo en lo más oscuro y en el momento más trágico de la batalla, cuando toda esperanza estaba perdida, una tenue luz surgió....

INFORME DE BATALLA

Bando Skaven:
Lleváis semanas bajo tierra causando estragos bajo el Bosque de Farathos, parece que durante los dos últimos días no habéis sentido a más Elfos sobre tierra, por suerte cada vez quedan menos.
Os preparáis para volver a vuestro recóndito escondite en el Bosque, un antiguo campanario en ruinas. Pero Kreek "Revientacraneos" y su Guerrilla Skaven observan que las ruinas han sido sitiadas por extrañas criaturas que jamás habían visto.
Una imagen os conmueve y os llena de alegría al salir del subterráneo a tierra firme, el bosque está lleno de cuerpos elficos que yacen muertos sobre la tierra.
Ahora entendéis porque dejasteis de sentirles hace unos días. Los no muertos han invadido el páramo y han hecho de vuestro campanario en ruinas, su cuartel.

Bando No Muertos:

Willbert y su horda han arrasado con todo a su paso, necesitaban un sitio donde reinar y el páramo es perfecto. El Bosque de Farathos se había convertido en un lugar apartado e inhóspito, ideal para su hueste. Los últimos dos días de su periplo fueron asaltados por un Clan Élfico y aunque acabaron con sus vidas, las filas de la horda han disminuido notablemente.

Tras la cruenta batalla, un hipnotizador sonido de una campana resonó en mitad del páramo... y siguiendo su sonido como si de una dulce melodía se tratase, llegaron a un viejo campanario en ruinas. Curiosamente, la campana no ha vuelto a sonar desde su llegada.

Mientras exploráis el área, habéis convertido el campanario en vuestra base, hasta que de pronto a lo lejos observáis un pequeño contingente Skaven saliendo de una caverna subterráneo dispuestos a arrebataros vuestra conquista.


Desplegados ambos bandos… Los Skaven avanzan rápidamente, pero se encuentran con sorpresas de camino. Los cuerpos elficos que yacían sobre el terreno, se alzan en pie, hasta convertirse en no muertos. En otros casos, incluso les lanzan sus últimos flechazos. (Queda claro que este es un lugar mágico sobre el que operan fuerzas misteriosas...)

Algunas ratas huyen nada más enfrentarse a estos pequeños efectos mágicos del bosque. El miedo se apodera de sus mentes roedoras y huyen despavoridas.


El resto del contingente de ratas, avanzan hasta cruzar el río... ¡Qué sorpresa! Un troll parece despertar ante el alboroto formado por las ratas.


El troll, criatura estúpida y muy desorientado, carga contra lo primero que ve.
Los esqueletos abren fuego contra la criatura, y comienza el combate entre ambos. Las dos unidades de esqueletos acaban derrotando al Troll, aunque las bajas no son pocas. Le hubiese merecido la pena seguir refugiado tranquilamente en el puente. El troll muere aunque llevándose por delante a muchos esqueletos.



Las unidades en fuga no logran reagruparse y huyen del campo.

La gran rata ogro que dirige a los roedores se para ante las hordas de no-muertos. El miedo es muy intensso y el temor paraliza sus músculos. Sólo tras pensarlo mucho (al tercer turno intentándolo), decide dar la orden de carga.
Al fin la Rata Ogro logra cargar frente a Willbert y sus huesudos lacayos.


La carga es salvaje, de hecho causa 3 heridas al Héroe No Muerto. Pero los no-muertos nunca huyen y aguantan la embestida pese a la inestabilidad mágica. Las ratas son atacadas por el flanco y fallan la tirada de pánico. 

Las ratas terminan huyendo como... ¡ratas!


Por desgracia, recuperar su territorio fue misión fallida.


DESENLACE

Willbert vuelve al cuartel, y exhausto de los combates entre elfos y Skaven decide aproximarse a refrescarse sus huesudas manos en la pila del centro.
A medida que se acerca a la fuente de agua, la campana empieza a resonar como si latidos de un corazón se tratasen. Tom Tom Tom... A cada paso, un sonido más fuerte que el anterior. Parecía una advertencia...


Finalmente Willbert lava sus manos y al sacarlos de la fuente, asombrado observa cómo sus manos están cubiertas nuevamente de piel... El héroe El No Muerto se está transformando en un ser humano. Un ser humano condenado por todo el daño que causó su raza al Bosque antiguamente...

Las leyendas sobre el Bosque de Farathos eran ciertas, el corazón del bosque era el resonar de la campana, y la fuente contiene el agua de la vida eterna.

Willbert no solo hará del campanario su base, si no que está condenado a proteger de por vida el Bosque de Farathos, convirtiéndose en el nuevo protector.

Condenado a no salir jamás al exterior, y a dar su nueva vida por el Bosque. Su arma ya no arrancaría más vidas para transformarlos en no muertos, de ahora en adelante, todo lo que Willbert toque, crearía vida y naturaleza a su paso.... y así es como el Bosque de Farathos volvió a resurgir, lleno del esplendor que veis ante vuestros ojos.


jueves, 12 de septiembre de 2019

CAMPEÓN DE SLAANESH

Después de volver de vacaciones, volvemos a la carga.
Lo primero antes de ir a otros proyectos que requieren algo de disciplina (romanos, gladiadores, etc) pintar una miniatura de capricho. O sea, un campeón del caos, que siempre es divertido.

Este es un mutado con sus tentáculos y dos cabezas. Está pintado en colores claros apastelados. Todo muy sensual y carnavalesco como corresponde al señor del placer Slaanesh.

Me gusta como ha quedado y el contraste del hacha-demonio llameando y el emblema de slaanesh en el pecho en rojo.