Una embajada carolingia es emboscada en tierras de los Rus.
Ignoramos cómo se ha llegado a esta situación, pero los guerreros de Carlomagno se encuentran rodeados en la estepa rusa y deben defenderse para poder volver al imperio con vida.
Se han situado cerca de un montículo rocoso que les ofrece protección y aquí plantarán cara a los feroces guerreros Rus.
Unos mercenarios de las estepas amenazan el flaco y acuden veloces los caballeros carolingios. Pero los guerreros nómadas son traicioneros y logran fintar evitando el ataque de los carolingios.
Los caballeros han quedado expuestos al ataque de los guerreros y van a resultar muertos todos. Está claro que no se puede ser tan impetuoso. El señor carolingio va a tener que aprender rápido o esta será su última batalla.
Los carolingios reordenan las filas tras la desagradable trampa que han sufrido. Esperarán el ataque de los Rus bien protegidos por una cortina de flechas.
Los arqueros se defienden bien. Son guerreros bien adiestrados y avezados en el combate. No levas insignificantes. Disparan y cuando reciben una carga combaten con fiereza. En el flanco derecho los arqueros que se enfrentan a los guerreros mongoles se desempeñan con gran valía.
Entre las filas, los caballeros esperan la oportunidad de cargar. Ahora ya no lo hacen impetuosamente sino en el momento apropiado aprovechando un descuido del enemigo.
Finalmente los guerreros cargan descendiendo del promontorio rocoso y logran tomar por sorpresa a los mongoles que resultan destrozados.
El señor carolingio ha aprendido bien de su error y ha logrado enderezar la batalla. Ambos señores de la guerra ven como sus guerreros están muy tocados y rompen el combate dañados pero no destruidos.
Empate final y gran sabor de boca con los dos bandos.
Los carolingios pueden ser muy competentes una vez que se sepan emplear bien. Y los Rus ya han demostrado sus traicioneras habilidades en varias partidas.
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