martes, 7 de enero de 2020

IMPERIOS Y BÁRBAROS: Cacería de romanos.

Corren tiempos oscuros. Parece que el imperio se ha olvidado de estas regiones cercanas al limes. De vez en cuando llega algún magistrado buscando reclutas para la guerra en el interior del imperio. Y las guarniciones se van desocupando. Ya no llegan reemplazos. Ni remesas con el salario para tropas y funcionarios. Las armas se oxidan y se llenan de orín. Las ropas de la menguada guarnición se caen a jirones.

Los ricos han huido a las ciudades y muchas haciendas han quedado abandonadas.

Hay rumores de más guerra. Recientemente un nuevo cabecilla, antiguo conde de una provincia lejana, llegó a estas tierras. Hubo una batalla de resultado incierto. 

Las habladurías no consiguen aclarar lo sucedido. Pero sí dejan claro que contingentes de bárbaros godos cruzaron el limes llamados a luchar en la batalla.

Nosotros conocemos la batalla: ver aquí.

Como sabemos, ambos emperadores, usurpador y legítimo, fueron asesinados al concluir la indecisiva batalla. Las tropas han proclamado emperador al godo. En su momento lo llamamos "Alarico". Vamos a dejarle este nombre.

A resultas de esta batalla muchos godos pasaron el limes y hay bandas dirigidas por nobles y caudillos godos por todas partes. No buscan sino un lugar donde asentarse acogidos por el imperio que les ha llamado.

Hoy, una de estas bandas, asentada cerca de la frontera, tiene a su jefe de cacería. Este caudillo godo se llama Sigberto. Se halla a la cabeza de una banda de godos que lucharon en la batalla junto a Alarico y que, como tantos, se han desperdigado buscando fortuna.


Y aquí empieza nuestro escenario:

Sigberto y otros nobles con su séquito se encuentran cazando en el bosque cuando se topan con una comitiva de tropas que vienen a reforzar la frontera. En Rávena, ya hay una nueva autoridad imperial y ha mandado tropas, dinero y suministros  a las principales guarniciones amenazadas. Al tiempo ha empezado a reunir un ejército comitatense para encabezar una campaña pacificadora.

Nada mejor que atacar a la columna romana y conseguir buenas armas y oro de los depósitos romanos. Esta puede ser la oportunidad de Sigberto de significarse ante sus fieles y conseguir prestigio frente a Alarico.


La columna romana progresa confiadamente pensando que no hay godos ni amenazas por la zona. Hay exploradores desplegados pero los godos no han sido advertidos mientras están de caza.


Los godos acechan a la columna romana y deciden atacar.


Pronto todo el bosque es un tumulto de guerreros.


Los exploradores de la columna, caballería ligera, se despliegan protegiendo el convoy.


 Los legionarios forman en orden cerrado con disciplina y valor listos para luchar.


 Pronto son desbandadas las pantallas de caballería ligera y son atacados los legionarios.


Los romanos tratan de mantener en orden las filas pero los godos surgen por doquier:


 Algunos legionarios rompen la formación y hoyen siendo perseguidos por los perros de caza de los godos...


El oficial al mando de la columna da la orden de huida a lo que queda de su destacamento. Hay que dar la noticia del ataque godo y formar a las tropas de limitanei acantonadas cerca.


Hoy ha sido un gran día para Sigberto. De caza estaba y ha logrado una buena presa. Un convoy romano repleto de armas y oro con el que cumplimentar a sus fieles "gardingos".

Y aquí empieza la saga de las aventuras de Sigberto. La frontera ya no es segura y el imperio se desangra...

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