Van sucediéndose las miniaturas de guerreros dedicados al dios de la guerra y ya se hacía necesario un buen estandarte.
Así que guerrero del cáos al canto portando un estandarte apropiado para el dios de la destrucción y la sangre:
Sabed, oh príncipe, que en los años que siguieron al hundimiento de Atlantis y de las radiantes ciudades en las profundas aguas del océano, hasta el apogeo de los Hijos de Aryas, hubo una era inconcebible en la que los rutilantes y poderosos reinos se extendían por el mundo como mantos azules bajo las estrellas.
Espectacular!!!
ResponderEliminarGracias. Los estandartes llevan trabajo, pero lucen en la mesa como nada.
ResponderEliminar