Este es un escenario para Warhammer El Cid en el que los cristianos deben escoltar un poderoso objeto del santo San Rogelio desde tierras ocupadas musulmanas al norte cristiano.
El báculo de San Rogelio será un objeto mágico al estilo del Warhammer de fantasía y el pretexto para un escenario diferente.
-O-
Tiempos duros los del S. X en lo que antaño fue el reino visigodo. Ya lejos quedó la prosperidad y la paz que reinó por muchos años en tierras de hispania. Los visigodos se enzarzaron en interminables rencillas y guerras. Casi las mismas guerras que pudrieron el imperio. Hoy la península no son mas que las ruinas de lo que fue. Los musulmanes se han asentado en el sur trayendo la paz al imponerse sobre los visigodos y convirtiendo su fe en la nueva luz que ilumina Andalucía. En el norte, la cruz de Cristo se refugia en escarpadas tierras montaraces fáciles de defender.
Y las tierras del Duero son tierra de nadie. La nueva frontera en la que los reinos del norte cristiano han establecido un espacio vital para que frene las incursiones moras desde el sur.
En el Duero, las expediciones astur-leonesas han arrasado todo a su paso para llevarse lo poco de valor al norte a los jóvenes reinos herederos de la fe y la cultura godo-romana. Los no cristianos mueren o emigran al sur. Nadie en su juicio desea habitar en estas desoladas tierras. ¿Nadie? Bueno. Algunos desesperados pueden encontrar deseable la vida dura y aventurera en las tierras salvajes de la frontera. Al menos lejos de servidumbre y de amos. Aún a merced de las bandas de saqueo moras o cristianas. Con el tiempo estos aventureros se harán fuertes y colonizarán estas tierras. Llevarán su Ley y prosperarán.
Pero hoy son tierras agrestes y peligrosas.
En el sur, los musulmanes del califato de Córdoba mantienen un férreo control y han impuesto su ley islámica. Los conversos muladíes son tolerados, aunque con recelo. Los cristianos mozárabes viven días difíciles. Su cristiana fe es tolerada escasamente. Su estatus no los convierte en esclavos y son libres. Pero su libertad les permite muy escasos derechos y con frecuencia son objeto de abusos y persecución.
Tal es el caso de San Rogelio. Su crimen fue predicar la fe de Cristo en Córdoba. Y por ello fue condenado y martirizado. Hoy es una figura venerable que ilumina a la verdadera fe.
Sus restos fueron escondidos para su veneración pero se perdieron. Todos excepto su báculo que fue trasladado a una iglesia mozárabe al norte de Al Ándalus.
El báculo de San Rogelio: En una ermita en tierras del califato se venera por los mozárabes a San Rogelio y su báculo que guia a los cristianos por el verdadero camino y les alienta en la batalla contra el mal. Se dice que su luz milagrosa ciega y confunde a los enemigos de la fe si su portador obra con determinación en el camino del evangelio.
Pero desde Córdoba han llegado instrucciones para incautar y destruir todos los objetos de idolatría cristiana sin reparar en fuerza hasta someter toda resistencia.
La comunidad cristiana mozárabe ha pedido auxilio a León para salvar el báculo de San Rogelio que tan necesario puede ser para la cruzada contra el Islam.
El báculo ayudará a cualquier fuerza cristiana que lo porte. En principio está en manos del "obispo" que dirige a la tropa cristiana. Este puede unirse a cualquier unidad de infantería.
El báculo brilla reflejando el sol como obra milagrosa y cegando al enemigo. Cualquier unidad que luche contra la unidad portadora del báculo es penalizada con un -1 a impactar en cuerpo a cuerpo o disparos. Pero si la unidad portadora pierde un combate y debe retirarse o retroceder de cualquier manera, este poder se pierde definitivamente.
La hueste cristiana avanza en columna, sabiéndose perseguida de cerca por la caballería de bereberes y se topa con un contingente de lanceros moros.
Son tropas leonesas dirigidas por un grupo de caballeros y sus hombres fieles que ha jurado llevar el báculo a la capital leonesa.
El obispo Ilderedo ordena desplegarse y corre a encabezar una de las tropas de peones...
Pronto se atisban en el horizonte los caballos moros en persecución, por lo que los jinetes leoneses se despliegan en retaguardia para cubrir en lo posible a los fugitivos...
Todo parece una trampa.
Por los bosques se siente el rumor de tropas acechando. Los hombres cristianos se santiguan y se encomiendan a San Rogelio para este difícil trance...
Los caballeros tientan a los lanceros moros y les atacan con jabalinas sin trabarse en combate. Honderos y escaramuceadores acuden para repeler a los moros que cierran el camino...
El obispo Ilderedo ordena a los caballeros que acudan a la retaguardia a enfrentarse a los bereberes montados. Mientras él mismo encabeza a los infantes con el báculo brillando al frente contra los infieles...
En la retaguardia los jinetes han atacado valientemente a las numerosas tropas miontadas perseguidoras. Pero son muy pocos contra el enjambre de caballos africanos... Todos morirán rodeados por el tumulto enemigo...
Los musulmanes emboscados, al principio subestiman a los cristianos y se acercan demasiado. Pronto comprueban que las filas cristianas se cierran ante sus dispersas y desordenadas fuerzas. Sin valor para atacar a los cristianos, bien formados, huyen...
En la retaguardia las cosas se ponen muy feas. Los jinetes han sido barridos y a la caballería bereber se suman los caballeros andaluces dirigidos por su general G´halib Al Salam. Son la élite del ejército cordobés.
Los caballeros cristianos y una unidad de peones se cuadran en defensa para retroceder ordenadamente disuadiendo a los moros de atacar y arrollar a los cristianos...
Ilderedo y sus hombres soportan el ataque de los lanceros moros que les embisten por el frente y por el flanco. El báculo brilla con la fe incombustible de los cristianos...
Los moros caen sin cesar atravesados por las lanzas leonesas, pero son demasiados y su empuje no cesa... Pese al brillo del báculo que les ciega como por embrujo y la furia leonesa, los moros insisten con denuedo. Y los brazos de los peones cristianos se congestionan y fatigan. La fe mengua y algunos empiezan a retroceder. El báculo se apaga...
San Rogelio les ha abandonado...
LOs cristianos huyen en desbandada perseguidos por lo moros. Pero estos no les dan alcance y el obispo Ilderedo proclamando a cristo logra frenar la huida y rehacer las filas...
Aunque con el báculo apagado, Ilderedo logra infundir en los infantes el orgullo Leonés. Acometiendo a los moros finalmente les logran poner en fuga...
El camino está abierto. La columna cristiana reanuda la marcha y los caballeros de retaguardia quedan taponando la parsecución...
EL báculo de San Rogelio llegará a León para ser venerado. Pero su poder milagroso se habrá perdido para siempre. Por que en la batalla la fe de los cristianos no fue tan fuerte como San Rogelio acudiendo al martirio en Córdoba.
Victoria cristiana aunque no victoria total.
San Rogelio será recordado, pero no así su báculo que sin poder se olvidará y se perderá para siempre.
Fantástica batalla! Un gustazo leer el informe.
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