La pequeña aldea de Robregordo está cansada, cansada y harta
de vivir atemorizada por los crueles caprichos del Conde Orloc.
Este viejo Conde, los
habitantes más ancianos del lugar no habían nacido aun cuando el Conde era ya
viejo como el mundo, cada vez se muestra más cruel y exigente con sus
peticiones. Al principio solamente pedía una vez cada dos años la compañía de
mujeres jóvenes para que le ayudaran a mantener su vieja torre situada en el
interior del Bosque Sombrío. Era un pequeño precio a pagar por la
protección que el Conde ejercía sobre la comarca. Además no era demasiado
exigente con los impuestos de los aldeanos. Y éstos, pobres y codiciosos,
miraban hacia otro lado cuando las jóvenes enviadas no regresaban nunca y cada dos años, tres nuevas jóvenes eran
enviadas a cumplir con los requisitos del Conde.
Pero desde hace un año el Conde exige una doncella cada mes,
y a veces hasta dos. Y la última semana han aparecido los cuerpos sin vida de
las dos últimas enviadas, arrastradas por el riachuelo que atraviesa el bosque
hacia la aldea y sin una gota de sangre en sus venas.
Los aldeanos siempre han sospechado que el conde había
tonteado con la nigromancia, pero no les había afectado especialmente hasta
ahora.
Todo esto ha coincidido con la llegada del padre Jacques a
la aldea. Este peregrino ermitaño ha llegado de Bretonia y está agitando a los
campesinos en contra del Conde. Ha levantado una fuerza con los campesinos de
la aldea y pretende dirigirse a la torre del Conde a pedir explicaciones.
Frank Marshall, el sargento de la guarnición imperial de la
aldea ha decidido acompañar a los campesinos con sus hombres, no sea que éstos
cometan una estupidez. Además, no le gusta el cariz que están tomando las
exigencias del Conde, y pretende ejercer su autoridad imperial para acabar con
sus desmanes.
Y para complicar las cosas, al estúpido alcalde de la aldea
no se le ha ocurrido otra cosa que contratar a unos mercenarios ogros que le
sirvan de escolta. Los ogros están
liderados por Groff Pie de Hierro, una pieza de cuidado.
Groff tiene sus propios planes. No le interesan para nada
los problemas de esa gentecilla. Pero acabar con un vetusto anciano, no debe
ser muy complicado para sus muchachos, y seguro que hay mucho que saquear, y si
algún hombrecillo se opone, pues peor para él.
El Conde Orloc languidece y muere, ya no es el joven vampiro
fuerte y vigoroso que fue cuando El
Viejo Mundo era joven y salvaje. Desde que llegó a vivir al Bosque Sombrío
huyendo de sus enemigos hace siglos, esperaba recuperarse y pasar
desapercibido. Y al principio fue así, pero este último año la cantidad de
sangre que necesita cada vez es mayor y
más frecuente. La recuperación sigue siendo muy lenta, su lucha contra el
maldito Vlad le dejó muy débil y
malherido. Él, que había sido un vampiro poderoso, parece ahora un anciano con los poderes de un
iniciado inexperto. Sus espías le han avisado de la revuelta de los aldeanos,
pero él les espera. Esos palurdos sabrán ahora quien acecha sus sueños, y que
destino espera a los insolentes que osan desobedecer sus deseos y órdenes. Él
les enseñará a temer a la noche.
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